Como todos sabéis estábamos invitados a un día de convivencia en el centro
ecuestre Camaura, un día familiar donde compartir un exquisito plato de paella
y en el que disfrutar del mundo equino entre paseos y danza.
El acto estuvo organizado por un compañero mío de clase, Sergio Chaves, a
quien no veía desde que dejamos el colegio, ¡fue toda una alegría verte,
Sergio! y desde aquí felicitarte por dos motivos: ...
Por ofrecernos una excusa
para convivir en el campo y por acercarnos al mundo del caballo, animal dócil y noble, fuente de cariño y ayuda a muchas personas que te utilizan como
terapia y como todo un arte al verte danzar y pasear.
Y El día comenzó a media
mañana entre tapas y un fantástico arroz a mediodía, felicidades al
cocinero/a ¡exquisito! También nombrar
con enorme cariño a las personas que
atendían el bar por la paciencia, la
rapidez y el trato que nos ofrecieron.
Allí nos encontramos numerosas familias del colegio que habíamos acudido
con nuestros hijos, ¡los niños lo pasaron genial! para ellos fue un día de juegos
con los amigos al aire libre, en un lugar cerrado y sin peligros y con un
aliciente excepcional: ese ansiado paseo a caballo.
Me vais a permitir que además de transcribir la crónica de este día, comparta
con vosotros algo que me ocurre al teclear las letras en mi ordenador y es, que
al hablar de “Compañía de María “y de mis compañeros han inundado mi
mente los recuerdos de mi infancia en el cole, recuerdos de una niñez feliz y
que hoy me han convertido en una adulta comprometida con mi colegio, con su
forma de educar, con los valores que durante años se transmiten de
generación en generación: tender la mano, crear cabezas bien hechas en lugar
de bien llenas, mantener la llama encendida... Me siento orgullosa de formar
parte de esta gran familia que hace 100 Años empezó en Granada, una familia
formada por maestros (muchos de ellos asistieron a la convivencia), familias
(antiguos alumnos que hoy son padres o madres de alumnos) y niños/as que
están comenzando su camino en la vida.
Para mí fue un día especial por ver disfrutar a mi hijo y por el reencuentro con
antiguos compañeros de clase a los que espero ver en el Día de Antiguos
Alumnos que será el próximo 10 de Mayo. El colegio nos ofrece una nueva
oportunidad para reencontrarnos, para revivir esos maravillosos años que
determinaron nuestra forma de ser, de vivir y de sentir. Yo fui una niña feliz en
el colegio, tengo tantos momentos guardados en mi mente (Días de la Niña
María, Días de Santa Juana, Carnavales, la fiesta de Navidad en nuestro
fantástico Salón de Actos, Mi primera Comunión en la iglesia del colegio que
hoy en día me sigue pareciendo de las más bonitas en las que yo he estado,
mis profes que aun dan clase en el colegio y a los que hoy tanta alegría me da
ver, mis amigas de la infancia, en especial un beso enorme para ti: Ma Carmen
Abad... Allí donde estás...).
Por todo ello os animo a participar en los actos que quedan para celebrar el
centenario de nuestro colegio, no sólo a los antiguos alumnos si no a todas las
familias del colegio porque estos actos se convierten en momentos para
compartir con nuestros hijos y en experiencias muy enriquecedoras.
Por todo esto solo me queda terminar, tal y como acabó el día en el centro
Ecuestre Camaura (con un paseo a caballo) pues tras un paseo por mis
recuerdos, agradeciendo al colegio y las personas que lo mantenemos vivo, es
decir a todos y a cada uno de vosotros por el saber estar y por la forma de
celebrar un acontecimiento tan importante para nosotros como es que hace
100 Años comenzó en Granada una labor educativa y humana que hoy como
ya he dicho antes “Mantiene Viva la Llama” y el espíritu de la Compañía de
María.
Sara Mª Gutiérrez Martín