jueves, 17 de abril de 2014

Carta de una familia

Hemos tenido la suerte de que nuestros hijos entren en el colegio “Compañía de María” el año del Centenario y lo consideramos una suerte porque nos permite participar en muchas actividades que otros años, probablemente, no se darán.

Este sábado nos levantamos los cuatro ilusionados porque íbamos a la convivencia familiar que el colegio había organizado.

Entrando al salón de actos empezamos a oír las primeras carcajadas, y antes de sentarnos ya habíamos sido “víctimas” de uno de los chistes del genial Pepe Maestro. Su actuación nos dejó con la boca abierta por su capacidad para llegar, tanto a mayores como a los más pequeños con sus cuentos imposibles. Con Migueli nos pasó algo parecido, al poco de empezar ya estábamos todos cantando y moviendo las manos como si fuésemos girasoles. Quién nos lo iba a decir. Aunque parezca imposible allí estábamos los padres, los “profes”, las “seños”  y los alumnos de todas las edades cantando y bailando y, sobretodo, con una espontánea sonrisa que no se nos quitó en todo el día acordándonos de aquello.

Cuando salimos al patio pudimos disfrutar del estupendo día que hacía, pero sobretodo pudimos disfrutar de la cara de felicidad de nuestros hijos que nos querían enseñar cada rincón de “su” colegio. A fin de cuentas ellos eran los anfitriones y nosotros los invitados.

Dentro de las actividades planificadas pudimos asistir a una interesantísima y deliciosa cata de aceite. Aprendimos a diferenciar un lampante de un virgen extra, conocimos el proceso de extracción del aceite e incluso al día siguiente pudimos seguir disfrutándolo en las tostadas de la mañanacon las muestras que nos habían dado.

Durante la comida pudimos degustar las especialidades de las familias, compartimos charlas, risas, recetas y conocimos mucho mejor a los papás y las mamás de los “famosos” compañeros de clase.
Después llegó la Gymkana. Cuando vimos las pruebas pensamos que nuestros hijos no podrían hacer ninguna, pero estábamos equivocados, pudimos ver como la niña conseguía “afeitar” un globo sin pincharlo, tenían puntería, hacían malabares, jugaban al fut-bolos y lo que es peor, en varias pruebas nuestros niños de tres años sacaban mas puntos que nosotros. Fiel reflejo de que tanto ellos como nosotros nos estamos haciendo mayores aunque no lo queramos aceptar. El poder compartir todas las pruebas con ellos y ver como los padres y las madres chocaban las manos con sus hijos e hijas al final de las pruebas así como las carcajadas al ver como las nuevas generaciones superaban a los más mayores fue increíble.

Con esto acabó el día de convivencia en el colegio. Luego, muchos de los padres y ya amigos continuamos la convivencia en alguna terraza cercana donde seguimos compartiendo experiencias y risas.

Al volver a casa reflexionamos sobre porqué había habido tan poca afluencia, sobretodo hubo alumnos de infantil, aunque no muchos, algunos de primaria y muy pocos de secundaria y pensamos qué tipo de padres seremos nosotros dentro de diez años… ¿Se nos acabará la ilusión por participar en todo lo que está relacionado con nuestros hijos? ¿De verdad las hormonas serán capaces de interponerse entre los niños y nosotros? ¿Cambiará nuestra idea de lo importantes que son los lazos familia-colegio? ¿Seremos capaces de ignorar las actividades que organiza el colegio?. Sinceramente, esperamos que no.

Somos muy conscientes de que días como estos son posibles gracias al esfuerzo de muchas personas que, desinteresadamente, dedican su tiempo a prepararlo y nosotros desde aquí queremos agradecéroslo porque nos hicisteis pasar un día inolvidable tanto a los mayores como a los pequeños. Muchísimas gracias.

​​​​​​​Emilio  Y Victoria
​​​​​​(Padres de Pablo y Martina. 3 Años)